Las glamurosas abuelas de Instagram
por Ruth La Ferla
Fotografiada con la cadera echada hacia adelante, para presumir su vestido marca Margiela y sus jeans cuidadosamente deshilachados, Lyn Slater emana un estilo que es poco común entre sus pares. Es profesora de la Facultad de Servicio Social en la Universidad Fordham, pero su trabajo adicional, como modelo y bloguera, la ha vuelto más conocida: es un icono en Instagram.
Sí, tiene 64 años en una era en la que otras mujeres de su edad se sienten presionadas a rehuirle a la cámara. Pero Slater no va a dejar que eso le suceda.
Su influyente cuenta de Instagram, Accidental Icon, tiene decenas de miles de seguidores, en su mayoría jóvenes a los que les encanta su tono impertinente.
“Lo presumo todo”, dijo. “No tengo 20 años. Ni quiero tener 20 años, pero me siento genial. Y en eso pienso cuando publico una foto”.
Su voz es parte de un coro de contemporáneas: mujeres en sus sesentas y setentas que se enfrentan al envejecimiento de manera audaz y con un estilo muy cautivador.
Estén casadas o solteras, trabajen o no, y casi todas de ellas abuelas, se han hecho sentir en Instagram con la intención de socavar las nociones antiguas sobre cómo se ve y se siente ser “viejo”. Y lo hacen siendo, en palabras de algunos, “100 por ciento chingonas”.
“Estas mujeres son embajadoras de la edad”, dijo Ari Seth Cohen, creador de Advanced Style, un blog de estilo callejero del que ya salieron dos libros y una película que documentan lo que él llama “la moda y la sabiduría de los de mayor edad”. Hizo notar que a quienes capta en su trabajo son un reflejo de y también contribuyen a los cambios en las percepciones sobre envejecer.
“La idea de cómo se ven estas mujeres mayores ha cambiado”, dijo Cohen. “Si eran muy a la moda en su juventud, lo seguirán siendo ahora”.
Su comentario tiene eco en una encuesta hecha a mujeres de entre 55 y 72 años y titulada Elastic Generation (Generación elástica), de la empresa de mercadotecnia J. Walther Thompson. “Nuestro entendimiento colectivo de cómo se ve la vida en una edad avanzada está muy pasada de moda”, dice Marie Stafford, la directora europea de JWT, en la introducción de ese informe. “La edad no dicta cómo vivimos. Tienen más influencia las capacidades físicas, circunstancias financieras y la mentalidad”.
“No vamos a ser viejitas con cabello azul sentadas en una residencia para ancianos”, dijo Jenny Kee (@jenyyjeeoz), artista y diseñadora australiana de 71 años. “O si vamos a estar en una residencia, estaremos ahí con nuestra marihuana, nuestra comida saludable y mucho estilo”.
Slater concurrió: “Cuando era joven estábamos quemando sostenes y promovíamos el amor libre”, dijo. “Nos drogábamos. ¿Por qué aceptaríamos crecer a la imagen del envejecimiento que le tocó a nuestras madres?”.
La expresión personal es la regla para los atuendos. Dorrie Jacobson, exconejita Playboy de 83 años, modela ropa interior en su cuenta de Instagram. En entrevista, como lo hace en esa red social, invita a sus seguidores a abandonar las ideas de cómo deben vestirse las mujeres de su edad. “Usa lo que quieras”, dijo. “La idea de qué es apropiado para tu edad no tiene nada que ver”.
La inspiración detrás de estas declaraciones vivaces son las mujeres que se autonombraron “Instabuelas”, como Helen Ruth Elam Van Winkle, alias Baddie, de 89 años. Viste suéteres muy coloridos o trajes de baño ajustados o una camisa color rosa con un mensaje escrito: “Sé una ramera y haz lo que gustes”. Van Winkle tiene millones de seguidores y le pagan por promocionar marcas como Smirnoff o productos de cabello.
La influencia de estas mujeres ha sido propagada por nuevos aires, pues coincide con la mayor visibilidad y peso de personajes políticos como la magistrada de la Suprema Corte de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg o con abuelas de alto perfil como Meryl Streep o Cher en la nueva película de Mamma Mia.
Ante tal coyuntura, los diseñadores y anunciantes también han reconocido que existe ese mercado; los crecientes mensajes de inclusión en varias campañas ya no son solo sobre raza y etnia, sino edad. Armani cuenta entre sus modelos a Yasmin Le Bon, con cincuenta y tantos años, e Isabella Rosellini de nuevo es la cara de Lancôme a sus 65, veinte años después de que la marca había dejado de colaborar con ella.
Aún así, eso no da cuenta de la sagacidad que tienen muchas otras para redes sociales. El 73 por ciento de las mujeres encuestadas para el estudio de generación elástica indicaron que desprecian la condescendencia sobre si saben usar la tecnología y seis de cada diez dijeron que les “fascina” usarla.
Lo que es más, han sabido hacer dinero de ese uso. Slater, por ejemplo, ha monetizado su cuenta de Instagram con campañas para Mango, las farmacias CVS y ofertas para hacer un libro a partir de sus publicaciones en redes.
Kee, en su cuenta, se ha unido a la marca de diseñadores Romance Was Born y están por presentar una colección de alta costura en París, este julio.
Mientras que Jan Correl, de 60 años —cuya cuenta se llama Silver is the New Blonde (Las canas son el nuevo rubio)— es consultora para ventas con marcas de ropa íntima. “Los anunciantes saben que las mujeres de mi edad tenemos dinero para gastar”, dijo.
Aunque algunas también son recelosas de solo ser vistas por su edad. Sarah-Jane Adams, de 63 años, empezó a usar Instagram para promocionar la joyería que vende y dice que nunca quiere hacer referencia a las canas.
“Era punk y antes hippie. Ahora junté las dos culturas. Soy de la generación de Germaine Greer”, dijo, en referencia a la autora de la segunda ola feminista. “Pero en redes sociales todos me quieren apilar con los de más de 60”.
Sin embargo, el resultado es prácticamente todo positivo. Publicar en Instagram refuerza una idea de solidaridad que quizá no tengan en otros ámbitos. Cohen, del blog Advanced Style, indicó que muchas de ellas no viven en grandes ciudades. “Para ellas, Instagram puede ser una ruta para amistades a larga distancia o reuniones en la vida real, eventos que prevengan sentimientos de aislamiento y fomenten la idea de una comunidad”, dijo.
Y esa comunidad probablemente incluye a muchos jóvenes; la gran mayoría de los seguidores de Slater tienen entre 25 y 35 años. “No tienen el mismo sesgo y no les gustan las categorías. Por eso se identifican con lo que publico y todos los que me apoyan, me siguen o me contratan son jóvenes”.
Kee también dice que las adolescentes y mujeres veinteañeras las admiran por haber estado ahí en momentos que consideran clave, como el surgimiento de la gran ola feminista o, en el caso de la nieta de 13 años de Kee, el auge del rock sesentero. “Vivimos épocas extraordinarias”, dijo Kee. “Estas chicas lo saben, saben lo que vivimos, y nos envidian”.
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Este texto se publicó originalmente en The New York Times en español
Ruth La Ferla
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