La verdadera heroína de ‘Juego de tronos’
por Jeremy Egner
Los protagonistas actuales y pasados de Juego de tronos llenaron el Radio City Music Hall de Nueva York a principios de abril para el estreno mundial del primer episodio de la octava y última temporada de la saga, que se transmitió el 14 de abril por HBO. Pero en los agradecimientos antes de la proyección, los creadores David Benioff y D. B. Weiss dirigieron sus mayores laudos a alguien a quien la mayoría de la audiencia no reconocería.
“Logramos llegar hasta aquí únicamente gracias a Bernadette Caulfield, la mejor productora de nuestros tiempos”, dijo Benioff.
Caulfield, productora ejecutiva del programa, no es tan conocida por los fanáticos del programa como Benioff o Weiss o como las protagonistas Emilia Clarke (quien interpreta a Daenerys Targaryen), Sophie Turner (Sansa Stark), y Lena Headey (Cersei Lannister). Pero para esas personas, Caulfield es la verdadera estrella de Game of Thrones.
“Ella es el corazón que le da vida a la serie”, dijo Clarke.
“Es la clase de mujer que quiero ser cuando crezca”, comentó Turner.
“La verdadera Madre de Dragones”, mencionó Headey.
“Es lo mejor que le pudo haber pasado a este programa”, dijeron Benioff y Weiss en un correo electrónico conjunto.
En esta época dorada de la televisión en la que los escritores y productores ejecutivos a cargo de una serie (o showrunners) son más conocidos que nunca, los programas siguen siendo realizados por personas que son olvidadas.
Incluso cuando hemos comenzado a celebrar a los escritores y a los autores-productores en esta época en la que las series se examinan intensamente, los programas de televisión todavía se llevan a cabo por los olvidados: todos aquellos nombres en los créditos que hacen de los guiones la historia que vemos en pantalla.
Esto es particularmente notorio para Juego de tronos: debido a que su narrativa expansiva se desarrolla en una amplia variedad de entornos, la serie ha sido de las más complejas a nivel técnico que se ha hecho jamás. Hubo momentos del rodaje en el que había cinco unidades de filmación que operaban simultáneamente para completar a tiempo la grabación de una temporada.
Y era poco frecuente la ocasión en que se filmaba una escena simple; Juego de tronos se volvió una sensación en parte debido a las impactantes secuencias de batallas intrincadas, gente envuelta en llamas y uno que otro oso. Los escenarios de rodaje incluyeron acantilados, criptas y cuevas en Irlanda del Norte; la producción cerró calles en ciudades de España y Croacia para rodar motines, rebeliones de esclavos y una caminata de expiación al desnudo; un equipo de rodaje tuvo que adentrarse en una tormenta de nieve en Islandia para captar el mundo más allá del Muro.
Si le preguntas a cualquiera de los involucrados quién fue el eje que mantuvo unida a toda la operación, la respuesta es: Bernie.
“Sin ella, todo habría colapsado hace mucho tiempo”, aseguraron Benioff y Weiss.
“Bueno, me encantaría ser así de importante”, dijo Caulfield en una llamada. “Pero obviamente se requiere de un equipo enorme de trabajo para ejecutar todo”.
Ese equipo incluía a su copiloto, el productor Chris Newman, y a la diseñadora de producción del programa, Deborah Riley, entre muchos, muchos otros. Sin embargo, los creadores dijeron que Caulfield era la que estaba a cargo de todo y supervisaba todos los aspectos de la producción, desde la planificación logística inmensamente compleja hasta el presupuesto, el calendario de producción y la “salud y la felicidad del equipo de rodaje”.
Para Caulfield, la tarea era relativamente sencilla. “Mi trabajo es hacer que todo lo que escriban en el papel se materialice en la pantalla”, dijo.
Caulfield creció al norte del estado de Nueva York y estudió el bachillerato en Róchester, donde también trabajó en un teatro local. Cuando llegó la producción del rodaje de una película al área en 1981, se registró como asistente de producción y se enamoró del mundo del espectáculo: menos de un año después, se mudó a Los Ángeles. A medida que escalaba en la jerarquía de la industria, trabajó con algunos de los productores más prestigiosos de Hollywood, entre ellos Michael Mann (participó en la serie Robbery Homicide Division) así como Ridley y Tony Scott (Caulfield fue parte del rodaje de The Good Wife).
Pulió sus habilidades para manejar varias unidades de producción a la vez cuando trabajó en Los expedientes secretos X y después en el drama de HBO acerca de la poligamia Big Love. Cuando estaba por terminar ese programa, en 2011, escuchó acerca de una “historia medieval tipo fantasía” que la cadena iba a filmar en el Reino Unido. Se unió al equipo de Juego de tronos para su segunda temporada, como remplazo del productor saliente Mark Huffam.
Debido al desfile de espectáculos en el que se ha convertido el programa, puede ser fácil olvidar que en sus inicios solía ser mucho más discreto. Los dragones eran lagartos glorificados y la primera escena extensa de combate, la Batalla de Aguasnegras, no sucedió sino hasta el final de la segunda temporada.
La tercera temporada mostró indicios de la expansión que veríamos más adelante, con nuevos mundos y elementos más extremos, como el oso contra el que luchó Brienne de Tarth (Gwendoline Christie) en una secuencia bizarra.
“Gwendoline me dijo: ‘¡No puedo creer que estoy trabajando con oso de verdad!’, y David respondió: ‘No creí que Bernie fuera a hacer esto de verdad’”, recordó Caulfield, entre risas. “No creí que tuviera la opción de no hacerlo”.
A medida que la historia y los presupuestos crecían, de 5 millones de dólares por episodio en los inicios hasta 15 millones de dólares en la octava temporada, igual lo hizo la producción. Si bien no era un objetivo explícito del programa superarse a sí mismo con cada temporada, ese fue el resultado práctico de una historia que pasó de ser un choque de clanes a una guerra transcontinental hasta una batalla en contra de un ejército de muertos vivientes por la sobrevivencia de la humanidad.
“Ella creó una producción que logró expandirse de manera eficaz temporada tras temporada sin perder su eficiencia ni su esencia”, dijeron Benioff y Weiss. “Hay tantas versiones de Juego de tronos que se habrían derrumbado por la presión de producir diez horas cada vez más monumentales de televisión en un plazo de doce meses. Prácticamente todas las versiones, menos la de Bernie”.
Cuando Caulfield no estaba en algún lejano plató o supervisando las operaciones en alguno de los seis lotes de filmación en el estudio de la serie en Belfast, estaba planificando en la oficina de producción: en preparación para nuevos directores, nuevos rodajes, nuevos países. “Era realmente un Juego de Reuniones”, bromeó Caulfield.
Pero lo que la volvió tan querida por la gente a la que daba órdenes, en condiciones a menudo extremas, fue su “amor duro por cada persona en el programa”, dijeron Benioff y Weiss.
Los días más agotadores emocionalmente eran los que involucraban prender a alguien en llamas. Los coordinadores de dobles para escenas de riesgo suelen decir que las caídas son las más peligrosas, pero la filmación que quedó grabada en la memoria de Caulfield fue la escena en las arenas de combate de Meereen, en la sexta temporada, cuando el enorme dragón Drogon —que en el plató es en realidad un poste largo con una pelota en la punta— quema a varias víctimas. Para la realización de la escena se usó un lanzallamas sobre una plataforma móvil que se desplazaba e incendiaba a varios dobles de acción.
“Ellos dicen que no les preocupa y que les encanta hacerlo, pero yo creo que todos están locos”, comentó Caulfield.
La dinámica maternal se extendía a los actores, cuya fama creciente provocó que sus agendas fueran más exigentes y más difíciles de coordinar a medida que el programa mismo se volvía físicamente extenuante.
“Ella fue como una mamá en todo el proyecto”, dijo Clarke. “Le decía: ‘Mira, sé que estamos en medio de un campo y son las tres de la mañana y es el segundo mes de rodajes nocturnos y todos están agotados y gritándote porque eres la persona a la que todos recurren para todo, pero ¿puedo hablar contigo acerca de este diálogo en dothraki que voy a decir la semana que viene?’”, contó la actriz que interpreta a Daenerys. “Y lo hacía”.
Caulfield reconoció que a pesar de todos los obstáculos de horarios, clima y presupuesto que superó en Juego de tronos, su mayor virtud en una producción llena de hielo y fuego, así como muchos niveles de esfuerzo humano, fue su inteligencia emocional. “Puedo percibir cuando alguien no está sonriendo igual que siempre”, relató.
“Sigo encontrándome con muchos miembros del equipo de filmación y, ya sabes, los abrazo como si no quisiera dejarlos ir”, dijo. “Muchas personas sintieron que era hora de terminar la serie, pero también pienso que si hubiera continuado por otros cinco años, todos se habrían quedado otros cinco años. Porque significaba mucho para todos nosotros”.
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Este texto fue publicado originalmente en The New York Times en español.
Jeremy Egner
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