“Obra sin autor”: una epopeya alemana impacta en Venecia

por Jochen Kürten

12/09/2018

«Obra sin autor» es un homenaje al artista alemán Gerhard Richter y una epopeya alemana.

«Es el festival de cine más importante del mundo”, dice el director Florian Henckel von Donnersmarck a Deutsche Welle. «El Festival de Venecia es un reflejo de la historia”, prosigue, y se remite a la etapa de cercanía entre el evento cultural y el fascismo. «Al mismo tiempo, dio voz al nuevo cine de la década de los 60”. Precisamente en 1968, el León de Oro recayó sobre el cineasta alemán Alexander Kluge.

El fascismo y el arte, grandes temas de cine

Donnersmarck irrumpió con fuerza en el mundo del cine hace una década con su oscarizado drama «La vida de los otros”. Ahora, el cineasta vuelve a situarse en el centro de la acción del Lido veneciano. Su tercera película «Werk ohne Autor” («Obra sin autor”) se estrenó mundialmente este martes (4.9.2018) en el palacio del festival veneciano. «Obra sin autor” trata sobre el fascismo y el arte de la década de los 60. El propio director advierte que no se trata de «una película en clave en la que los nombres reales están cambiados por nombres ficticios”. Y, sin embargo, el film se apoya en momentos decisivos de la narración en la biografía del pintor estrella alemán Gerhard Richter. En la película, el artista toma el nombre de Kurt Barnert. A lo largo de sus tres horas de duración, el espectador conoce su trayectoria. Su niñez transcurre durante la Segunda Guerra Mundial en Dresde, su querida tía lo introduce en el mundo del arte y visita una exposición de «arte degenerado”, el nombre que los nazis daban al arte moderno y extranjero. Su tía, síquicamente inestable, será posteriormente asesinada en el marco del programa de eutanasia emprendido por los nazis.

También una historia de amor

Kurt Barnert reaparece después en el film como estudiante de arte en la antigua RDA. No es capaz de aceptar los ideales del arte socialista. Se enamora de la joven Ellie, que le presta consuelo. Pero lo que Kurt no sospecha es que el padre de Ellie, un doctor, fue el responsable de la muerte de su querida tía. En un nuevo salto en el tiempo, el espectador asiste a la huida a la Alemania occidental de Kurt y Ellie. El joven continúa sus estudios en la Academia del Arte de Düsseldorf. Ahí tiene lugar una escena crucial: el profesor Antonius van Verten da al joven Kurt el empujón necesario para liberarse de sus corsés estéticos previos. Barnert comienza a plasmar sus propios recuerdos artísticos, como el destino de su tía asesinada. Sus obras recuerdan formal y temáticamente al arte de Gerhard Richter.

Obra temprana de Gerhard Richter

El propio Richter expuso individualmente por primera vez en 1964. El título de su exposición era «Gerd Richter. Fotos, retratos y familia». A partir de ahí comenzó el meteórico ascenso del artista, uno de los más importantes y cotizados de la actualidad. «Obra sin autor” narra sus comienzos hasta el punto de inflexión artístico. Después, tras 188 minutos de metraje, la historia de Kurt Barnert (alias Gerhard Richter) concluye.

«Me he tomado libertades a la hora de esbozar los personajes para relatar mi historia”, dice Donnersmarck. «No quería hacer un documental”. Después de tres horas de gran cine que incluye historia de Alemania, muchos actores conocidos, música dramática y una dirección en ocasiones efectista, nadie habría concluido que «Obra sin autor” es un trabajo documental. Pero los paralelos son evidentes. No solo es posible rastrear la biografía de Richter, sino que hay personas concretas con las que se puede trazar un absoluto paralelismo. Es el caso del profesor de arte de Düsseldorf Antonius van Verten, que no es otro que Joseph Beuys.

Visión del arte alemán

Pero «Obra sin autor” es, sobre todo, cine histórico. Una película sobre los crímenes nazis y sobre las doctrinas artísticas y la burocracia política de la RDA, pero también sobre el arte de la Alemania occidental, sobre Beuys y la abstracción. «Creo que toda gran obra de arte es una demostración de que es posible trasformar un sueño en algo positivo”, dice el director en referencia a una afirmación del propio Richter. Cuando al artista le preguntaron dónde reside el poder del arte, Richter respondió que la palabra «poder” no es la correcta, porque, para él, «el arte no tiene ningún poder, está ahí para consolar”.

Donnersmarck ha rodado una epopeya histórica alemana, pero el film tiene sus puntos débiles. Algunas secuencias, como las que tienen lugar en la Academia del Arte de Düsseldorf, parecen forzadas y artificiales en su intento de plasmar los debates estéticos del mundo del arte en aquel entonces. En general, es una película algo sobrecargada, aunque es cierto que tiene muchas cosas que narrar a lo largo de sus tres horas de duración.

Conmovedora historia

Eso es una pena, porque «Obra sin autor”, preseleccionada para el Óscar a mejor película en habla extranjera, tiene también escenas magníficas y conmovedoras. Solo la historia del pequeño Kurt Barnert y su tía hubiera dado para un film entero. El reencuentro del joven artista con el antiguo doctor nazi, que llega incluso a convertirse en suegro de Kurt, es un momento vibrante y emotivo. Los actores son maravillosos, sobre todo Tom Schilling en el papel principal convence con su mezcla de callada ira, sensibilidad y melancolía. «Obra sin autor’ es una gran película sobre Alemania, desde Alemania y para el mundo”, dice Jan Mojto, que ha coproducido el film. Pero es una película que quiere narrar demasiado. Tras una primera proyección en el Festival hubo minutos de aplausos y ningún abucheo. Está por ver la respuesta del público internacional presente en Venecia y si finalmente recibe reconocimiento por parte del jurado del Festival.

Autor: Jochen Kürten (MS/ERS)


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