Frao y frinchi: sobre la jerga juvenil

por Tony Frangie Mawad

21/07/2018

Captura de video. Instagram: @otroacosta

Dos inusuales palabras han sacudido las redes sociales venezolanas en el último mes: “frao” y “frinchi”. Este dúo provocó una amalgama de memes y chistes en los más jóvenes –y hasta una publicidad de Flips–, pero más de un internauta ha resultado confundido y preguntándose el significado de estos términos.

La historia y evolución de estas palabras es inusual y digna de los tiempos digitales que vivimos. Actualmente, frao y frinchi (o “la que frao” y “la que frinchi”, como sujetos que realizan una acción pseudoverbal) funcionan como una dicotomía: frao usualmente significa la pareja oficial, mientras que frinchi representa la pareja ilegitima o secreta, la amante. El dúo, a través de memes y tuits, ha pasado a significar también algo principal/oficial y algo secundario/extraoficial (como en el caso de la publicidad de Flips, donde los Flips de chocolate son “la que frao” y los de dulce de leche son “la que frinchi”).

Pero ¿de dónde surgieron estas palabras tan peculiares? El primer tuit mencionando estas palabras juntas se remonta al 7 de febrero de 2014, pero no se usaron con su significado actual hasta el 17 de junio de 2018. Anteriormente, frao (o “frau”) y frinchi (o “frinchy”) servían como jerga dinámica sin un significado concreto (podían representar un elogio, un simple reemplazo para “vaina” o una acción verbal difusa) hasta que el comediante de Instagram John Acosta –quien personifica al típico malandro o “tuki” caraqueño– montó un video donde, dentro de personaje, explicaba los significados del dúo en cuanto a una relación sentimental e infiel. Desde entonces, el dúo lingüístico se viralizó ferozmente en las redes sociales, convirtiéndose en millones de memes y aplicándose a verdaderas historias de infidelidad.

¿Por qué los jóvenes venezolanos tienen una jerga tan extraña para el oyente adulto?

El modelo de la lengua como un ser vivo posiciona al idioma como un ser viviente que nace, se reproduce (al ser adoptado por nuevos hablantes), crece y evoluciona y, finalmente, muere (una lengua muerta, como lo es el latín o el jirajara, no se considera muerta por la falta de hablantes sino por el cese de su evolución).

A pesar de que el proceso evolutivo también depende de cambios en la estructura lingüística o en las características propias de la lengua (como puede ser la fonética), el eje de la evolución de una lengua recae principalmente en la aparición de voces nuevas, que es la forma más común de cambio lingüístico. Basta con prestar atención a la canción “La sin par de Caurimare” (1982) del grupo Medio Evo o leer “Piedra de mar” (1968) de Francisco Massiani para conseguir una plétora de voces obsoletas y nostálgicas, en desuso, ligadas a tiempos pasados.

Entendiendo este principio, no es de sorprenderse que la jerga de los jóvenes nacidos en la segunda mitad de la década del noventa y en la primera mitad de la década del dos mil sea inusual e inentendible en muchas ocasiones para generaciones previas. Incluso, para aquellos millennials nacidos a finales de los ochenta.

La generación más joven de venezolanos, que ahora define una jerga nueva e inusual (a brand new talk, como diría David Bowie en su canción “Fashion”), ha sido marcada por arrolladoras fuerzas mayores cuya magnitud no experimentaron las generaciones previas venezolanas: una revolución socialista y populista, la crisis económica y humanitaria en Venezuela, el internet, la globalización, la emigración, entre muchos otros factores.

La teoría generacional

Las consecuencias de estas fuerzas separan agudamente a la generación más joven de las generaciones previas. Según la teoría generacional de los historiadores americanos William Strauss y Neil Howe, cada generación es definida por el periodo en el que se desarrollan su infancia y su juventud, pues consideran que la historia de las sociedades es cíclica y está dividida en ciclos de cuatro periodos que duran entre ochenta y noventa años. Los autores definen a las generaciones de cada etapa cíclica que se repiten secuencialmente con un arquetipo relacionado a sus actitudes y su lugar en la historia: aquellas que nacen en un periodo cumbre son profetas-idealistas, aquellas que nacen en un periodo de despertar son nómadas-reactivos, aquellas que nacen en el periodo de desengaño son héroes-cívicos y aquellas que nacen en crisis son del tipo artista-adaptivo.

Aunque jamás se ha aplicado formalmente el modelo generacional Strauss-Howe a la sociedad venezolana, en primera instancia podría considerarse que la generación más joven de venezolanos actualmente es aquella nacida o criada en el periodo de crisis que los autores definen como una era donde la vida institucional se destruye y la sobrevivencia de la nación se ve amenazada. Sin duda, dichas características socio-históricas y actitudinales afectan y suscitan el desarrollo de una jerga propia de dicha generación artista-adaptiva.

Un cambio de foco

El foco cultural de Venezuela, tanto en los medios como en el discurso oficial, ha cambiado su eje en los últimos veinte años. El foco cultural del país, su producción masiva y sus valores estéticos dominantes han abandonado el paradigma de una cultura pop americanizada, urbanizada y de clase media (p. ej. Karina, Franco de Vita, el Miss Venezuela clásico, la sifrina de Caurimare o las publicidades de Belmont) y han adoptado uno dominado por una cultura pop proveniente de poblaciones históricamente marginadas, de las periferias urbanas y de clase baja (p. ej. el reggaetón, Chino y Nacho, el rap venezolano, las publicidades de Bambino, la Yubraska, etc.).

Las razones de esto podrían derivarse del desplome del poder adquisitivo, la emigración masiva de la clase media, la dominancia política y cultural de la revolución bolivariana y sus valores proletarios y la irrupción general de los históricamente marginados en la música y cultura pop latinoamericana. El shift cultural ha sido probablemente uno de los factores dominantes en la creación de la nueva jerga juvenil, ya que palabras antiguamente limitadas a los anillos de miseria urbana o a grupos delictivos se han popularizo ferozmente en los jóvenes venezolanos de todas las clases sociales (aunque aún, más de un joven acomodado considere varias de estas palabras como “niches”).

Esto podría verse como evidencia de la profundidad que el discurso oficial bolivariano ha logrado en la sociedad venezolana, donde la figura del sifrino ha sido desacreditada y discriminada mientras que figuras más populares o de trasfondos menos suntuosos han sido elevadas y celebradas. En consecuencia, no es extraño ver a jóvenes de clase alta buscando imitar el argot de las periferias urbanas de Caracas o los estilos y poses de las celebridades del reggaetón.

Híperpolitización y posmodernidad

De igual manera, la híperpolitización de la sociedad venezolana ha producido la adopción de palabras provenientes del discurso de líderes políticos o la viralización de situaciones políticas: tal es el caso de “majunche”, que el presidente Chávez popularizó (y logró convertir en la palabra más buscada del diccionario web de la RAE en el año 2012) como algo defectuoso o de mala calidad, pero que –al usarlo para difamar al candidato opositor Henrique Capriles y a la población opositora– tomó el significado de algo burgués, de clase alta o pudiente: “se quedó en el hotel más majunche de París”.

La posmodernidad, como periodo socio-histórico global iniciado tras el final de la Guerra Fría y la aparición del internet, también ha influenciado en el desarrollo de una jerga nueva. Para el teórico marxista Fredric Jameson, la cultura en la era posmoderna se ve reflejada en la fragmentación y dislocación del lenguaje en pequeñas comunidades donde se hablan argots propios y aislados.

En el panorama cultural posmoderno, la lengua se ha hecho esquizoide y ha perdido la normalidad lingüística: se ha convertido en un pastiche –debido al influjo masivo, alucinatorio y espectacular de medios masivos y cultura pop– donde el hablante se convierte en un imitador de celebridades y momentos del internet, la televisión y el cine. El hablante cita y brinca entre palabras y frases de diferentes películas, series, videojuegos, videos virales o memes de internet.

Bajo el influjo de la memética

La adopción de frases virales del internet y de videos digitales es probablemente una característica definitoria del argot juvenil venezolano, que se apropia expresiones de videos virales locales o comediantes de Instagram y Youtube. Como en el caso de frao y frinchi, la influencia de las redes sociales ha sido masiva. Esto se entiende a través de la memética, campo de estudio de la cultura e información a través de una analogía dawkiniana, donde el “meme” (una unidad de cultura: sea un comportamiento, una idea, una palabra, etc.) se produce en la mente de un individuo y se replica en la mente de otros: como si brincase, iniciando una cadena de imitación hasta generalizar el meme en un grupo específico. Por ende, en el momento que un comediante inicia una frase o palabra y es adoptada por sus seguidores, a su voz por los seguidores y amigos de estos, se inicia una cadena de popularización y generalización del meme como lo define Richard Dawkins en su libro de 1976, “The Selfish Gene”.

Tal es el caso de expresiones populares entre la juventud contemporánea, como “no la das” (no eres suficientemente bueno en algo, no logras tu cometido: “Deja de intentar, que no la das”), “la burla” (lo que hiciste o hace otro es humorístico por su fracaso: “Me caí. La burla”) o “la pobreza” (la persona o un objeto no está en las mejores condiciones económicas: “Es que no tengo señal en este teléfono. La pobreza”), que han sido popularizadas por la personalidad de internet La Divaza o como el caso de “la demencia” (para significar una fiesta exorbitante o sumamente activa), que se popularizó por un video viral donde se entrevista a un individuo en un festival de música que le grita eso a la cámara.

La memética igualmente funciona para entender cómo el internet ha influenciado el argot juvenil de los jóvenes venezolanos. La aparición del internet ha propiciado una conversación instantánea entre millones de usuarios desconocidos y ha creado el fenómeno de la viralización, en el que un archivo es compartido por millones de usuarios y se hace famoso a través de estas cadenas humanas online. Los videos, textos e imágenes virales funcionan como memes en el sentido dawkiniano.

De igual forma, la comunicación viral, corta e instantánea de millones de usuarios a través de Twitter ha influenciado el lenguaje y ha popularizado voces nuevas con una popularidad impensable en el pasado. El “meme” (no en el sentido de la teoría de la memética, sino como un chiste visual con texto escrito usualmente compartido en redes sociales o por mensajería instantánea) populariza términos nuevos e incluso maneras especificas de escribir frases en la comunicación online (como ha sido el caso de “komo lo zupo”, “berdac” o “baia baia”: frases con maneras peculiares de ser escritas que han sido popularizadas por chistes de internet y memes). En consecuencia, el internet no sólo crea voces nuevas, sino que cambia y crea las maneras de comunicarse y de escribir: crea frases nuevas, mezcla el lenguaje escrito con el lenguaje visual, revive el uso de idiogramas (como los emojis), populariza acrónimos y sabotea y subvierte la ortografía oficial.

El internet también ha servido para que la juventud venezolana, en especial aquellos jóvenes de clase media y alta, adopten de manera desmesurada el uso de acrónimos y jerga americana. El internet, precisamente, ha servido como campo de encuentro para los habitantes de la aldea global, como Marshall McLuhan definió al empequeñecido mundo globalizado, donde el inglés se ha convertido en lingua franca y donde predominan las celebridades, películas, programas, páginas webs y redes sociales de los Estados Unidos.

No es extraño observar diálogos en “spanglish”, en especial al conversar por mensajería instantánea o al tuitear, de jóvenes pudientes caraqueños. Por ende, la aldea global ha facilitado un influjo masivo de voces y expresiones americanas que ahora colman, en cantidades jamás vistas por generaciones anteriores, el argot juvenil venezolano de las clases más acomodadas.

A continuación, un glosario de jerga juvenil venezolana (de diferentes grupos y clases) que incluye neologismos, argot preexistente con nuevos significados y acrónimos:

A.p. (pronunciado “apé”): Amor platónico. “Tú eres mi a.p.”

Borrado/borradísimo/te borraste: Anteriormente, borrado significado estar muy borracho o drogado. Ahora, es sinónimo “te pasaste”- significando romper los límites. Ej: “el profesor se borró con el examen

Boleta: Otra palabra que ha mutado en los últimos años. Anteriormente, era un adjetivo que significa hacer sin discreción o imprudentemente (“se lo dijiste muy boleta”). Ahora, también es un sinónimo de “cool”.

Beta: palabra considerada “niche” por muchos jóvenes de clase media y alta pero aun así popular entre estos. Usualmente significa algún cuento o chisme pero otros la usan como “vaina” –una palabra que puede ser usada como reemplazo para casi cualquier sustantivo–. Según algunos, se originó en los barrios en la década del ochenta como reducción de “betamax” para referirse a una historia o chisme.

Brutal: Cool, genial.

Chanceo/chancear/chancero: “chanceo” y “chancear” significan coquetear mientras que “chancero/a” es alguien que coquetea mucho con mucha gente.

Chikiluky: Lindo, arreglado, bien vestido. Expresión original de la subcultura tuki que proviene del inglés “chic look.”

Farandi, farándula: “Farándula” siempre significó showbiz pero ahora los jóvenes lo usan para denotar a alguien que va a muchas fiestas y conoce mucha gente. Farandi usualmente es una farándula de un ambiente menos “sifrino” (“ella es muy farándula.”)

Frao/Frinchi: la pareja oficial y la pareja ilegítima.

Fuego: Una manera de decir “dale” o el antiguo “sí va.”

Goals: Importada de la jerga americana. Algo que se aspira. (“esa pareja es demasiado goals.”)

Men/perro/gay: las nuevas adiciones –junto a “man”, “bro”, “marico” y “huevón– en el vocabulario de un pavito para referirse a sus amigos.

Pálida: algo malo o negativo. (“que pálida que los atracaron en la playa”)

Paviperro: el típico pavo “Camurí, la merú y los culitos.”

Pegado: drogado.

Pelabola: Originalmente, significaba no tener dinero. Ahora, muchos jóvenes lo usan como “estúpido”, “patético”, “ridículo.”

Pemón: un nuevo insulto (que aunque no es racista, su origen claramente lo es).

RT (de retuit, pronunciado erreté): “igualmente”.

Pen: Pendiente. Cuando la persona espera o aspira algo. (“voy pen de la fiesta.”)

Queso: El sentimiento de deseo sexual. Cachondo. (“le tengo queso”, “tengo demasiado queso”)

Tetón: el nuevo huevón (como insulto).

Vocabulario sifrino básico: tres palabras definen la existencia de esta tribu urbana acomodada, “literal” (incluso cuando algo no es literal), “tipo” (un “como”, similar al like del Valleyspeak) y “o sea, pues”.

Zampe/zampar: Beso francés. “Zampe” es el beso; “zampar” es la acción.

Acrónimos en mensajería instantánea: “ly” (love you), “mek” (marico/a), “dem” (demasiado), “perf” (perfecto), etc.

Algunas palabras que ya llevan un tiempo en uso: “chill” (relajarse en modo imperativo), “dark” (algo triste o horrible), “tripeo/tripear” (divertirse), “costilla” (un amigo cercano), “rebotado/a” (alguien que ha sido rechazado por quien le gusta), “nulo/nula” (una persona sin importancia), incruste (alguien que se soporta porque se encuentra en todos lados, etc.), pirar (irse).

Palabras y acrónimos online de la jerga americana: “goals”, “highkey”, “lowkey”, “meta”, “lol”, “af”, “mvp”, “otp”, “ship” (y su adopción verbal en español shippear), etc.


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