“Free Solo”: las obsesiones que mueven al ser humano
por Jován Pulgarín
Si Alex Honnold pisa mal, muere. Si sus dedos no aprietan bien, muere. Si una brisa muy fuerte se atraviesa, muere. Si su mente se desconecta un segundo, muere. ¿Por qué alguien en su sano juicio tentaría tanto al destino? Esa es una de las mejores preguntas que los directores Jimmy Chin y Elizabeth Chai Vasarhelyi intentan responder en Free Solo, documental que ganó el Óscar y que se puede ver en el canal NatGeo.
Honnold es un escalador que practica una variación del montañismo llamada, en español para nosotros, escalada libre: subir una montaña sin cuerdas. Su meta es conquistar “El Capitán”, una formación rocosa de 900 metros, ubicada en el Parque Nacional de Yosemite de California. Los documentalistas registran los pasos para conseguir este objetivo, sin embargo, y a pesar de lo espectacular que resulta, no es este el mayor logro o recompensa para el espectador.
Lo que hace único a Free Solo son esos momentos fuera de la actividad deportiva, como el estudio científico del comportamiento de Honnold. En 2016 se le realizó una resonancia magnética para saber cómo funcionaba su cerebro. La doctora Jane Joseph, neurocientífica de la Universidad Médica de California, literalmente se metió en la cabeza del escalador para comprender cómo respondía a los estímulos del miedo.
«Alex mostró muy poca actividad en la amígdala ante los estímulos a la que la mayoría de nosotros reaccionaría», dijo Joseph. La conclusión es que mientras usted y yo nos entusiasmamos jugando en un casino, él necesita experiencias más extremas. Por otra parte, el largometraje deja entrever que la manera en la que fue criado incide en sus metas del presente.
Otro de esos momentos extradeportivos que nos sorprenden es la manera en que Honnold reacciona ante la compañía. No podríamos decir que es un machista o misógino, pero por momentos sus reflexiones –como culpar a la pareja por sus accidentes– rayan en lo políticamente incorrecto. De hecho, la presencia femenina en la cinta es casi testimonial, aunque son la madre y la novia del atleta quienes realmente sufrirán si Alex da un mal paso.
Tommy Caldwell fue el entrenador de Honnold durante el reto. «El Capitán es una de las hazañas de escalada libre más esperadas de nuestra generación, pero solo por Alex», escribió en la revista Outside. «Ha habido muy pocas personas potencialmente capaces de lograr esto y, lamentablemente, la mayoría de estas personas ya no están con nosotros», reconoció.
El testimonio de Caldwell y sus recomendaciones hablan de la manera en la que se trabaja el rodaje de Free Solo, en la que incluso no aparece la directora. Se trata casi de una logia universitaria. En Twitter leí una divertida opinión al respecto: “Finalmente pude ver Free Solo. Tiene tanta testosterona que, cuando terminó, me había crecido un pene”.
No es nuestra intención buscarle una quinta pata al gato ni pasar el documental por el tamiz del #Metoo. Por el contrario, lo que nos sorprende de esta obra es la naturalidad con la que el atleta acepta su obsesión. Porque un delantero de fútbol puede pararse al otro día tras haber fallado un gol, o un pitcher después de haber sido vapuleado, pero un mal día para Honnold se traduce en la muerte.
«Con la escalada libre en solitario, obviamente sé que estoy en peligro, pero sentir miedo mientras estoy allí no me está ayudando de ninguna manera», explicó Honnold a National Geographic. «Solo obstaculiza mi rendimiento, así que lo dejo a un lado y sigo». Me pregunto si esa premisa nos funcionará a los mortales, que tendemos a mostrar una gran animosidad en las redes sociales, añorando un cambio.
Jován Pulgarín
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