Uno de los mejores remedios que hemos conseguido los humanos para que el salitre de los años no nos termine de corroer, más allá de lo físico, es la nostalgia. Como una herencia maldita, a través de los siglos, cada generación de jóvenes ha tenido que soportar a un viejo asegurándole que antes, en su época, las cosas se hacían mejor.

Hoy en día es muy común, y bochornoso, conseguirse a una cuerda de viejos, en el momento más alegre de la fiesta, pretendiendo tomar control de la música del matrimonio de una joven pareja. Siempre sale alguno que se acerca, etílicamente envalentonado, y le pide al DJ que le ponga “música de verdad, no “ese reguetón que ya nos tiene tiene locos”. Porque así somos, la nostalgia nos exige ubicarnos mentalmente en un momento y una situación en la que fuimos los reyes de la fiesta, los que nos comíamos la pista de baile.

Afortunadamente hay músicos que descubren que la nostalgia puede jugar a su favor. Músicos lo suficientemente habilidosos para usar las herramientas que alguna vez le funcionaron y, sin repetirse, ofrecer una propuesta novedosa.

Stone Gossard es el otro guitarrista de Pearl Jam, el tipo con pinta de profesor de escuela encargado de llevar el ritmo de la banda mientras Mike McCready hace malabarismos con sus dedos. Gossard ya tiene 54 años. Por eso, antes de convertirse en el fastidioso de la fiesta, desempolvó un viejo proyecto llamado Painted Shield. El resultado es un vigoroso álbum que suena a algo conocido, algo que te lleva mentalmente a mejores días.

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