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Fotografía de Samantha López tomada de la página web de la artista

Nella, la margariteña de la voz quebrada

por Gerardo Guarache Ocque

05/05/2018

Su mundo era todo pop, soul, blues, R&B. Sus sueños sonaban a Céline Dion, Cristina Aguilera, Mariah Carey. De pronto, Marianella Rojas, margariteña que entonces estudiaba en el Berklee College of Music en Boston, oyó el merengue «La Negra Atilia«, música de Pablo Camacaro y letra de Henry Martínez, y a partir de ese momento comenzó a constituirse una Nella que causa furor con cada clip de YouTube, que cuelga la etiqueta de sold out a cada afiche de sus presentaciones y cuya voz suena en Cannes a bordo de una película en la que actúan Penélope Cruz, Javier Bardem y Ricardo Darín.

Como ocurre con frecuencia, aunque parezca paradójico, la artista se conectó con la tradición venezolana cuando estaba lejos de casa, apartada del calor caribeño y de su isla querida. La canción de Camacaro, miembro del ensamble Raíces de Venezuela y autor de «Sr. JOU», se la enseñó un compañero de clases estadounidense. En lugar de recurrir a artilugios, o al menos rodearse de una banda, decidió presentarla con sus palmas y su voz, lo más desnuda posible; y ella sola puede, como mínimo, derretir un iceberg.

«La Negra Atilia» de Nella enamoró a Javier Limón, guitarrista y compositor español con un currículum enorme, que guarda en casa una decena de premios Grammy y ha escrito y producido canciones para más de cien discos de un montón de luminarias. Nombremos, por ahora, a Paco de Lucía, Wynton Marsallis, Caetano Veloso, Bebo Valdés, Diego El Cigala, Anoushka Shankar… y también a Concha Buika, cuya interpretación de «El fin de fiesta» (obra de Limón) provocó el acercamiento entre la venezolana y quien es hoy el productor y autor del contenido de su álbum debut.

«El fin de fiesta» también es la copla que le abrió a Nella las puertas de la música española, los senderos de Camarón de La Isla y de la Andalucía profunda. La interpreta con soltura y a su manera, tomando el quejido y dulcificándolo ligeramente, desgarrándose el alma un poquito, como cantaora, pero sin dejarla en el piso; lo justo para seguir con la siguiente canción.

“Creo que actualmente se ha perdido parte de esa conexión con el público”, comenta la artista, aprovechando un par de días de descanso en su casa, en Nueva York: “En una rueda de gitanos lo que se siente es candela, es inigualable. Me llama la atención lo que ocurre, porque es auténtico. Llega directo, no hay filtros. Cuando hice el cóver de esa canción, noté que el compositor era Javier (Limón) y como él enseña en Berklee lo busqué para comentárselo. Me dijo: ‘¡Yo no sabía que tú cantabas coplas así! Y yo le respondí: ¡yo tampoco! (risas)”.

Con Limón se fue de gira a Colombia a compartir tarima con figuras como Carlos Vives y Totó La Momposina, y agrupaciones como Monsieur Periné y Herencia de Timbiquí. Allí, conversando en el lobby de un hotel, concluyeron que hacía falta grabar un tema inédito y distintivo. Cada quien subió a su habitación y, a los 15 minutos, el compositor la llamó y le cantó unas estrofas sobre ella y sus orígenes: Me llaman Nella, la de la voz quebrada/ paso la noche en vela cantando coplas de madrugada… Así nació el abreboca de un álbum que verá la luz cuando ya el público no aguante más la tentación y que será distribuido en todo el mundo a través de TheOrchard.com.

Curiosamente, Alejandro Sanz compartió en sus redes sociales el videoclip «Me llaman Nella» incluso antes que ella. No era la primera vez que escuchaba cantar a la venezolana. Cuando el autor de «Corazón partío» recibió el doctorado honoris causa en Berklee (2013), tocó acompañado por un ensamble estudiantil al que pertenecía Rojas. Le gustó tanto el resultado de los ensayos y el show, que los invitó a Las Vegas a actuar con él en su presentación en directo en los Latin Grammys.

La voz de Nella Rojas, interpretando canciones de Javier Limón, es parte fundamental de la banda sonora de la película Todos lo saben (2018), que se presenta en el prestigioso Festival de Cannes. La cinta es obra del laureado director iraní Asghar Farhadi (About EllyA SeparationThe Salesman) y fue rodada en Torrelaguna, villa de la Comunidad de Madrid, España, con los mencionados famosos Cruz, Bardem y Darín.

La raíz

Nella puede cantar con mucho sentimiento, genuinamente, “Every Little Bit Hurts”, un soul de la era Motown que ha pasado por gente como Steve Winwood en sus tiempos de Spencer Davis Group y, en tiempos recientes, por Alicia Keys. También puede navegar las aguas de la música brasileña, los boleros, o interpretar algún tango de Gardel y Lepera (“Volver”).

A todas esas canciones llegó cuando era estudiante y buscaba hacerse de un repertorio, sobre todo uno nutrido de piezas en castellano. La investigación la llevó a sumergirse en la “Tonada de luna llena” de Simón Díaz, en la linda y triste obra de Manuel Yanes “Viajera del río” y en muchas otras canciones que la aproximaron naturalmente al concepto de Guataca, la plataforma que organiza algunas de sus presentaciones en Panamá, Estados Unidos y Venezuela, en compañía del guitarrista Aquiles Báez.

“La gente me oía cantar cosas brasileñas, pop en inglés, boleros, pero me llegaban a preguntar: ‘¿quién eres tú?’ —cuenta la cantante—. Ahí decido explorar de dónde vengo, entender por qué canto lo que canto, y la respuesta es la música venezolana, que llegó como un llamado de la raíz. Ahora me siento súper cómoda. Es lo que soy, y si te fijas no está muy lejos de las coplas de Andalucía”.

A finales de marzo, una visita familiar a Venezuela, donde no había cantado en más de siete años, se convirtió en una experiencia artística que incluyó cuatro shows, dos en Margarita y dos en Caracas. La expectativa en torno a Nella se manifestó en la taquilla: apenas se anunciaba el primero, se agotaban las entradas y había que abrir una nueva función. Ocurrió lo mismo en ambas ciudades.

“Nunca me había sentido en tarima como me sentí en el (Centro Cultural) BOD en (Caracas) Venezuela —dice muy emocionada—. Puede ser producto de muchos factores, pero para mí fue otra dimensión. El público fue perfecto, la gente cantó conmigo y coreó mi canción. Me agrada mucho que se han quedado con la letra”.

Allá comenzó todo. Nella tomó clases de canto en Margarita desde los 11 años de edad. Como bachiller, a sus 17, se fue Caracas, donde amagó con estudiar Comunicación Social en la Universidad Monteávila mientras asistía a la Escuela Contemporánea de la Voz. No tardó en sincerarse y aplicar a becas en el Berklee College of Music, al que ingresó en 2011 para egresar cuatro años después con doble título, incluido uno en voice performance. A partir de ahí, en suelo estadounidense, empezó a escribirse este capítulo de una historia que apenas comienza.


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