Apuntes sobre “Guardajuramentos” [un capítulo de #GameOfThrones]
por Ángel Alayón
La permanencia de los autócratas en el poder depende de su capacidad para evitar las rebeliones o sofocarlas. La historia está llena de situaciones en las cuales las masas han sido dominadas por un pequeño grupo que utiliza el poder en su propio beneficio. La insatisfacción de los subyugados no se traduce en acciones organizadas contra el status quo: la represión, la cárcel o la muerte pueden disuadir cualquier intento de desestabilizar al poder, desde las protestas más simples hasta la insurrección.
Mantenerse en el trono obliga a asegurarse de que los ratones le teman tanto al gato como para que nadie se atreva a ponerle el cascabel.
Daenerys Targaryen envió un mensaje claro a los habitantes de la ciudad de Meereen cuando utilizó catapultas para hacer llegar a la ciudad las cadenas rotas de los esclavos que se unieron a su ejército. La promesa de la madre de los dragones se enmarca en una vieja fórmula: rebélense en contra de sus amos, únanse a mi ejército y obtengan la libertad que siempre les fue negada.
Bruce Bueno de Mesquita explica que las rebeliones solo cristalizan ante un momento crítico, “ante un punto de inflexión en el cual la gente comprende que la vida bajo el actual gobierno será lo bastante mala como para que merezca la pena arriesgarse por los beneficios posibles de una rebelión. […] Antes de decidir apostar por las promesas de los rebeldes, todo potencial manifestante debe juzgar si los costos y los riesgos de la rebelión son tolerables en relación con las ganancias que esperan obtener en caso de que el levantamiento contra el poder sea afortunado”.
Solo hay rebelión cuando el ratón que le ponga el cascabel al gato tenga una buena oportunidad para salir del lance con vida.
Gusano Gris, el líder de los Inmaculados puestos al servicio de Daenerys Targaryen, se infiltra en la ciudad y conversa con un grupo de esclavos que parecen indecisos: no creen que una rebelión pueda tener éxito y saben que la traición se paga con heridas mortales y en público. Gusano Gris les dice: “Nadie puede darles la libertad, hermanos. Si la quieren, deben tomarla”, pero los esclavos continúan inconmovibles ante el despliegue discursivo del guerrero eunuco.
Hay momentos para los discursos y hay momentos para el cálculo racional, parecen pensar los esclavos salvajes. No es sino después de que los soldados de Daenerys le entregan a los esclavos un arsenal de espadas, cuchillos y hachas que la revolución queda sellada. Las armas enviadas por Daenerys fueron el punto de inflexión que aumentó la probabilidad de éxito de la rebelión. Esas armas también fueron la sentencia de los amos. Los esclavos alcanzaron la libertad y se unieron a Targaryen, quien continúa acumulando fuerzas con astucia y con la mirada puesta en el Trono de Hierro.
Maquiavelo advertía que cuando un Príncipe goza del favor del pueblo debe preocuparse por las conspiraciones. Pero si el pueblo lo considera su enemigo y lo odia, entonces debe temer a todo y a todos.
La calma de los insatisfechos nunca ha sido una garantía para el poder. La historia también está llena de gatos que terminaron con un cascabel en el cuello.
**
Este artículo fue publicado por primera vez en Prodavinci el 29 de abril de 2014.
***
Ángel Alayón es economista y director de Prodavinci. Puedes seguirlo en Twitter en @angelalayon
Ángel Alayón
ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR
Suscríbete al boletín
No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo