Apuntes sobre “High Sparrow” [un capítulo de #GameOfThrones]
por Ángel Alayón
“¿Para qué se necesita riqueza si se puede hacer sonreír a una mujer?”
Tyrion Lannister
Suerte es tener un buen maestro. Alguien dispuesto a enseñarte, a transmitirte conocimientos que se han ido acumulando durante siglos y llegan destilados para quien desea aprender.
Arya vive su propia historia de aprendizaje, su bildungsroman. Muestra el mismo ímpetu y motivación que la llevó hasta Braavos, pero también busca ser otra. O, mejor dicho, está dispuesta a ser otra.
La niña Stark barre el piso y siente que todavía no aprende nada de lo que ha ido a buscar, pero las lecciones de Jaqen H’ghar ya han empezado. Arya se desprende de sus ropas y del dinero que carga encima, aunque alcanza a esconder la espada que alguna vez le regalara Jon Snow.
La ficción está llena de historias de aprendizaje que nos acompañan en nuestro imaginario. La situación de Arya encuentra un eco en la relación de Daniel Larusso y su sensei Miyagi en Karate Kid. O en Edmundo Dantés y el Abate Faría en El Conde de Montecristo.
Se trata de un anhelo que todos tenemos: encontrar la oportunidad de cambiar para llegar a ser lo que una vez quisimos ser. Para eso son los maestros.
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Cersei es una mujer de poder que pierde poder. Las muertes de su padre y de su hijo, más el matrimonio de Tommen con la astuta Margaery Tyrell, la han dejado sola en el juego de tronos. Pero ella sigue jugando.
En su cartografía política, el poder se mantiene a través de dos instituciones: la fe y la corona. Esos son los dos pilares del mundo. Y si uno colapsa, el otro lo hará también.
Carlos Marx habría convalidado la visión de Cersei. Marx entendía la religión como una institución creada por la clase dominante para alienar al pueblo, para alejarlo de la posibilidad de luchar por un mundo mejor aquí en la tierra, para anestesiarlo con la promesa de una vida eterna a cambio de aceptar los sufrimientos que la vida conlleva y, en especial, no pecar contra el poder.
Luego de haber sido expuesto en público por sus veleidades y pecados, El Septón Supremo está preso. “Un hombre así en el septo arruina la fe desde adentro”, le dice Cersei al líder de los Gorriones. Ella apuesta por la recuperación del poder a través de los representantes de los dioses en la Tierra. No es la primera ni será la última en hacerlo.
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¿Por qué alguien aceptaría casarse con los traidores y asesinos de su familia? Por venganza, esa otra partera de la historia.
Lord Baelish le propone a Sansa la fórmula emocional y estratégica que marca su destino: “No hay justicia en el mundo… a menos que la hagamos nosotros”.
Baelish describe la anomia de Westeros. En estos tiempos, lo calificaríamos como un Estado fallido. Y ya se sabe que cuando la gente no puede confiar en las instituciones para su redención, los conflictos escalan hasta la autodestrucción.
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“Olly, tráeme mi espada”. Es lo que pide Jon Snow luego de ordenar que saquen a Janos Slynt al patio. Snow fue desobedecido en público y ahora debe probar su liderazgo.
El bastardo de los Stark había aprendido la lección que le ofreció Ned: “El hombre que dicta la sentencia debe blandir la espada”. Slynt ruega por su vida, pero Snow sabe de incentivos: la única forma de garantizar obediencia en el muro es que todos sepan que la desobedencia se paga con la vida.
Y así es ejecutado Slynt: consolidando el liderazgo de Snow.
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“Debe tomarse en serio a quien inspira a sacerdotes y putas” le dice Lord Varys a Tyrion Lannister, luego de escuchar a una sacerdotisa roja hablar de la Reina de los Dragones como la salvadora y ser testigo de la popularidad de una prostituta que encarna el rol de Daenerys Targaryen.
Varys advierte la popularidad creciente de Daenerys. Ésa es su apuesta, pero ahora sus planes de llegar hasta ella y ofrecerle sus servicios (más la mente y el apellido de Tyrion) se ven frustrados por el secuestro de Tyrion a cuenta de Ser Jorah Mormont, quien enigmáticamente promete llevarlo ante la Reina. Sin embargo, en Juego de Tronos la Reina no es una figura unívoca.
¿Cuál será el destino de Tyrion? ¿Lo llevan hacia Mereen o irán hasta King’s Landing?
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Este artículo fue publicado por primera vez en Prodavinci el 28 de abril de 2015.
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Ángel Alayón es economista y director de Prodavinci. Puedes seguirlo en Twitter en @angelalayon
Ángel Alayón
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