Apuntes sobre “Los vigilantes del Muro” [un capítulo de #GameOfThrones]
por Ángel Alayón
1. Amar. Samwell Tarly le pregunta a Jon Snow cómo es estar con otra mujer. Samwell parece reconocer, ante el asedio, que morir también es no saber.
Morir es ignorar en forma definitiva.
Jon le ofrece a su amigo una definición que pudo dejarlo más intrigado que antes:
—Es, por un instante, ser más que uno.
Amar multiplica. Morir es ser menos que uno.
Tarly tiene miedo, pero está decidido a sobrevivir. Ha obligado a que le abran la puerta del castillo a la sobreviviente Gilly y su hijo. La refugia en una despensa y, antes de ir a cumplir con sus deberes, la besa. Empieza a sentir que ya no solo debe luchar por sus hermanos, sino por la posibilidad de ser más que uno. Promete que regresará, algo difícil de cumplir en Westeros.
Samwell Tarly le dice a un temeroso compañero de armas: “Cuando no eres nada, no hay razón para tener miedo”. De esta manera explica su comportamiento cuando mató al white walker. Pero ahora tiene miedo: ha dejado de ser nada. Con su conducta en esta batalla, parece decirnos que cuando tienes alguien que te espera también tienes todas las razones para superar el miedo.
La fuente de la valentía está en los que amas.
2. Temer. Tarly está en la biblioteca del castillo. Se refugia en un libro. Intenta comprender lo que viene desde el Norte y es sorprendido por el maestro Aemon Targaryen, quien le advierte que no debe creer todo lo que lee en los libros cuando se refieren al enemigo.
Las leyendas que allí se encuentran pueden tener su origen en la verdad, pero también son una expresión de nuestros miedos.
Cuando se trata de nuestros enemigos, siempre mentimos. “Imagina lo que ellos dicen de nosotros”. Esas sombras que vemos del otro lado del muro no son de otros, son las nuestras.
Arriba, sobre el muro, Ser Alliser Thorne reconoce ante Jon Snow que debió atender su consejo de sellar el túnel. ¿Cómo apenas 102 soldados pueden combatir a 100 mil? Esa era la pregunta que Snow intentaba responder, pero ya no había tiempo. Las buenas ideas solo son útiles cuando se aplican de forma oportuna.
Thorne le ofrece a Jon un consejo en forma de sentencia: ser líder significa poder ser cuestionado por cualquiera, pero cuando el líder se cuestiona a sí mismo es el fin, tanto del líder como de quienes lo siguen. Thorme deja a Snow al mando del muro y baja al combate cuerpo a cuerpo. Allí ejerce de líder, inspira y pelea con determinación. Hasta caer herido.
Un muro siempre es la confesión de un miedo. Y el origen de todo lo que se teme es la muerte.
3. Morir. Aemon Targaryen recuerda a su primer amor. Un ejercicio de memoria frente a la muerte. O contra la muerte. Recordar también es ser más que uno. Los antiguos amores también son refugios: “Nada hace tan dulce el pasado como la perspectiva de una muerte inminente”.
Hay cuevas de las que uno no quisiera salir. Poder vivir en un espacio o un momento perfecto es la vieja utopía del Edén. Pero Ygritte y Snow salieron de su cueva a encontrar su destino contrariado. Los compañeros de Ygritte siempre sospecharon que la habilidosa arquera todavía guardaba sentimientos por Jon. Ya había tenido una oportunidad de matarlo y no lo había hecho. Ante las burlas, les grita a todos que quien se atreva a matar a Snow será atravesado por una de sus flechas. “Jon Snow es mío”. Pero justo cuando se encuentra a Snow en el Castillo Negro, tensa el arco y lo apunta, sus palabras encuentran un nuevo sentido: Jon Snow era de ella, pero de otra manera.
Ygritte duda en dispararle a Jon, justo antes de ser atravesada por la flecha vengadora del huérfano Olly.
Jon la toma en sus brazos. La respiración apenas le alcanza para recordar ese momento cuando fue más que uno con Jon, en aquella cueva de la que nunca debieron salir. Es la memoria otra vez como punto de fuga. Él le promete que se encontrarán de nuevo.
—No sabes nada, Jon Snow.
Esa noche el muro resiste la batalla. Algunos manifiestan alegría, pero Jon Snow advierte que no hay que celebrar demasiado. Es cuestión de tiempo para que el muro caiga. Solo se ha retrasado lo inevitable.
En una jugada que deja más preguntas que respuestas, decide ir en busca de Mance Rayder, el líder de las bandas y tribus del norte. Tarly le pregunta qué va a hacer: “Voy a intentar matar a Mance”, dice Snow con la resolución de quienes se han quedado sin opción.
Antes de salir del muro, Jon se desarma y le entrega su espada a Tarly diciéndole que prometió no perderla. ¿Cómo va un solitario y desarmado Jon Snow a enfrentar a Mance Rayder y sus seguidores? No podemos saberlo. Pero es claro que el Snow que salió del muro no es el mismo que vimos antes de comenzar la batalla.
El amor, el temor y la muerte siempre nos transforman.
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Este artículo fue publicado por primera vez en Prodavinci el 10 de junio de 2014.
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Ángel Alayón es economista y director de Prodavinci. Puedes seguirlo en Twitter en @angelalayon
Ángel Alayón
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