Apuntes sobre “Sangre de mi sangre” [un capítulo de #GameOfThrones]
por Ángel Alayón
Bran: Meera. Nos encontraron.
Meera: Lo siento mucho.
Huir es la única alternativa que preserva tu vida cuando no hay posibilidad de derrotar al enemigo. Meera hace su mejor esfuerzo, pero la carga de Bran es pesada. Cuando parecía inevitable el encuentro con el ejército de los White Walkers, aparece un jinete enmascarado que se encarga de salvar a Bran y Meera.
Ese jinete es Benjen Stark, el tío de Bran. Un guardia del Muro, un Cuervo, que fue dado por muerto. Benjen les dice que deben apurarse para ponerse a salvo y se justifica con una frase angustiosa: “Los muertos no descansan”. Angustiosa porque, al menos de este lado de Westeros, la certeza de nuestra mortalidad se consuela en la idea de que existe la posibilidad del descanso eterno.
La huida de Bran fue circunstancial. El ya sabe que en algún momento tendrá que enfrentar aquello que ha evitado.
Huir no es lo mismo que ser derrotado. Huir puede ser la forma de preparar la próxima batalla.
*
Arya sigue siendo Arya.
La tentación de ser otro siempre nos acecha.
Es difícil dejar de ser uno mismo. Podemos transformarnos, pero no escapar de lo que somos.
*
Tommen: Eres una buena persona. Siempre lo has sido. Eres la mejor persona que conozco. Le contaba sobre tu devoción a los pobres.
Margaery: Sí. Y visité sus chozas y les di sopa y me aseguré de que me vieran haciéndolo. […] Tuve muchas ocasiones para pensar en lo buena que era viéndome bien.
Los demás nos importan. Sin embargo, a pesar de ese convencimiento, no es fácil distinguir cuando un acto es altruista y cuando no. Y esa dificultad se evidencia cuando el acto de ayuda a un tercero es público. Cuando una persona (o una institución) ayuda a un tercero con una donación y el donante obtiene, por ejemplo, una ganancia por haber hecho pública la donación, no podemos saber si ese acto es altruista o, en cambio, es la consecuencia de una estrategia para mejorar la reputación, un activo del cual el donante espera obtener otro tipo de beneficios.
Sí, es posible que el acto sea altruista, pero no podemos saberlo. Incluso, bajo este análisis, hay quienes afirman que solo podemos asegurar del carácter altruista de un acto cuando nadie se entera de su origen. Ni siquiera el beneficiado.
Margaery confiesa que sus actos fueron públicos a propósito. Parece confesar que, en realidad, no había altruismo en ellos. Que ella solo quería forjarse una reputación. Tampoco sabemos si dice la verdad.
Sin embargo, lo que sí sabemos es que la ayuda a un tercero que se publicita no dice tanto sobre el amor del que ayuda, sino sobre cómo el ayudante desea ser percibido por los demás.
*
Lord Tarly: Creía que la Guardia de la Noche te haría un hombre. Algo parecido a un hombre. Lograste mantenerte suave y… gordo. Tu nariz se enterró en libros.
Los hijos no siempre son lo que quieren los padres. Los padres no siempre son lo que quieren los hijos. Es un desencuentro de expectativas que asegura infelicidad y, no pocas veces, drama.
Andrew Solomon analizó las relaciones entre padres e hijos que nacieron con una condición que los hace diferente a profundidad. Su libro Far from the tree: a dozens kind of love es una reflexión sobre lo que significa ser padre cuando un hijo presenta una condición o característica no anticipada que lo hace diferente. Solomon enfatiza la importancia de la aceptación como complemento del amor, una emoción natural en los padres. La aceptación, en cambio, requiere de tiempo y de la voluntad de entender que lo diferente no es anormal, sino más bien que lo diferente implica una identidad e incluso una cultura.
Solomon introduce el concepto de identidad horizontal y de identidad vertical. Ésta última es aquella que viene de los padres y no puede ser modificada, mientras que la identidad horizontal es la que provee el entorno, principalmente los compañeros y las amistades.
Ser padre es también reconocer que los hijos nunca son lo que nosotros alguna vez pensamos que serían, porque no depende totalmente de los padres. Y porque los padres nunca son lo que los hijos quisieran que fueran, porque no depende de los hijos.
Por ello la propuesta de Solomon: la crianza siempre se trata de amor y aceptación.
**
Este artículo fue publicado por primera vez en Prodavinci el 31 de mayo de 2016.
***
Ángel Alayón es economista y director de Prodavinci. Puedes seguirlo en Twitter en @angelalayon
Ángel Alayón
ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR
Suscríbete al boletín
No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo